LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS
1 Libro Autor Karl R. Popper
EDITOR PAIDÓS
PRIMERA EDICIÓN 2023
LIBRO POR ENCARGO
Según
afirma su propio autor, este libro: LA SOCIEDAD ABIERTA
Y SUS ENEMIGOS; esboza algunas de las dificultades más importantes que debe
afrontar nuestra civilización, una civilización que no se ha recobrado todavía
completamente de la conmoción de su nacimiento, de la transición de la sociedad
tribal o «cerrada», con su sometimiento a las fuerzas mágicas, a la «sociedad
abierta», que pone en libertad las facultades críticas del hombre
De
la temática en Ciencias Humanas y Sociales
EN LA INTRODUCCIÓN SE ANOTA:
No
deseo ocultar el hecho de que sólo puedo ver con repugnancia… la inflada
fatuidad de todos estos volúmenes llenos de sabiduría que se estilan en la
actualidad. En efecto, estoy plenamente convencido de que… los métodos
aceptados deben aumentar incesantemente estas locuras y torpezas y de que aun
la completa aniquilación de todas estas caprichosas conquistas no podría ser,
en modo alguno, tan perjudicial como esta ficticia ciencia con su malhadada fecundidad
Lo anterior escrito por
KANT
Este
libro: LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS; plantea
problemas que pueden no surgir con toda evidencia de la mera lectura del
índice. En él se esbozan algunas de las dificultades enfrentadas por nuestra civilización,
de la cual podría decirse, para caracterizarla, que apunta hacia el sentimiento
de humanidad y razonabilidad, hacia la igualdad y la libertad; civilización que
se encuentra todavía en su infancia, por así decirlo, y que continúa creciendo
a pesar de haber sido traicionada tantas veces por tantos rectores
intelectuales de la humanidad. Se ha tratado de mostrar que esta civilización
no se ha recobrado todavía completamente de la conmoción de su nacimiento, de
la transición de la sociedad tribal o «cerrada», con su sometimiento a las
fuerzas mágicas, a la «sociedad abierta», que pone en libertad las facultades
críticas del hombre. Se intenta demostrar, asimismo, que la conmoción producida
por esta transición constituye uno de los factores que hicieron posible el surgimiento
de aquellos movimientos reaccionarios que trataron, y tratan todavía, de echar por
tierra la civilización para retornar a la organización tribal. En él se
sugiere, además, que lo que hoy llamamos totalitarismo pertenece a una
tradición que no es ni más vieja ni más joven que nuestra civilización misma
De
este modo, se procura contribuir a la compresión general del totalitarismo y de
la significación que entraña la perpetua lucha contra el mismo
Por
lo demás, también se procura examinar la aplicación de los métodos críticos y racionales
de la ciencia a los problemas de la sociedad abierta. Así, se analizan los principios
de la reconstrucción social democrática, principios éstos que podríamos denominar
de la «ingeniería social gradual», en oposición a la «ingeniería social
utópica» (tal como se la explica en el capítulo IX). Se ha tratado también de
librar de obstáculos el camino conducente al conocimiento de los problemas de
la reconstrucción social, mediante la crítica de aquellos sistemas filosóficos
sociales que son responsables del difundido prejuicio contra las posibilidades
de una reforma democrática. El más poderoso de estos sistemas es, a mi juicio,
el denominado con el nombre de historicismo. La descripción del surgimiento e
influencia de algunas formas importantes del historicismo constituye uno de los
principales tópicos del libro, que quizá podría definirse como un conjunto de
notas marginales acerca del desarrollo de ciertas filosofías historicistas
Bastarán
algunas observaciones sobre el origen del libro: LA
SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS; para indicar lo que entendemos por
historicismo y la forma en que se relaciona con los demás temas tratados
Pese
a que mi principal interés se encamina hacia los métodos de la física (y, en consecuencia,
hacia ciertos problemas técnicos que en nada se parecen a los tratados en este
libro), también me ha interesado durante muchos años el problema del estado
algo insatisfactorio de algunas de las ciencias sociales y, en particular, el
de la filosofía social
Claro
está que eso plantea el problema de sus métodos respectivos. Mi interés en este
problema se vio considerablemente estimulado por el surgimiento del
totalitarismo, como así también por la esterilidad de los esfuerzos efectuados
por diversas ciencias y filosofías sociales para darle algún sentido
En
este orden de Cosas hay un punto cuyo esclarecimiento es, en mi opinión, particularmente
urgente. Con demasiada frecuencia se escucha la afirmación de que esta o
aquella forma de totalitarismo es inevitable. Infinidad de personas que a
juzgar por su inteligencia y preparación debemos considerar responsables de lo
que dicen, declaran que, en este sentido, no hay ninguna escapatoria. Así, nos
preguntan si somos realmente tan ingenuos como para creer que la democracia
puede ser permanente, o para no ver que sólo es una de las tantas formas de
gobierno que llegan y se van en el transcurso de la historia. Se arguye, además,
que la democracia, a fin de combatir el totalitarismo, se ve forzada a copiar
sus métodos, tornándose ella misma totalitaria. O bien se afirma que nuestro
sistema industrial no puede continuar funcionando sin adoptar los métodos de la
planificación colectivista y entonces, de la inevitabilidad de un sistema
económico colectivista se deduce la inevitabilidad de la adopción de formas
totalitarias de vida social.
Esos
argumentos pueden parecer suficientemente plausibles; pero la plausibilidad no constituye
una guía segura en estas cuestiones. De hecho, no debe emprenderse el examen de
estos argumentos aparentemente razonables sin haber considerado antes la
siguiente cuestión de método: ¿está dentro de las posibilidades de alguna
ciencia social la formulación de profecías históricas de tan vasto alcance?
¿Cabe esperar algo más que la irresponsable respuesta de un adivino cuando nos
dirigimos a un hombre para interrogarlo acerca de lo que el futuro depara a la
Humanidad?
Se
trata aquí de la cuestión del método de las ciencias sociales. Evidentemente,
es más fundamental que cualquier debate relativo a cualquier argumento
particular en defensa de cualquier profecía histórica.
El
cuidadoso examen de esa cuestión me ha conducido al convencimiento de que estas
profecías históricas de largo alcance se hallan completamente fuera del radio
del método científico. El futuro depende de nosotros mismos y nosotros no
dependemos de ninguna necesidad histórica. Existen, sin embargo, filosofías
sociales de gran influencia que sostienen la opinión exactamente contraria.
Afirman estos sistemas que todo el mundo procura utilizar su razón para
predecir los hechos futuros; que para un estratega no es ilícito, ciertamente,
tratar de prever el resultado de una batalla, y que las fronteras que separan las
predicciones de este tipo de las profecías históricas de mayor alcance son sumamente
elásticas. A su juicio, la tarea general de la ciencia consiste en formular predicciones
o, más bien, en mejorar nuestras predicciones cotidianas, colocándolas sobre una
base más segura; y la de las ciencias sociales, en particular, en
suministrarnos profecías históricas a largo plazo. También creen haber
descubierto ciertas leyes de la historia que les permiten profetizar el curso
de los sucesos históricos. Bajo el nombre de historicismo, he agrupado las
diversas teorías sociales que sustentan afirmaciones de este tipo. En otra
parte, en Te Poderte of Historicismo | La pobreza del historicismo | (Económica,
1944-1945), he tratado de rebatir esas pretensiones y de demostrar que, pese a
su plausibilidad, se basan en una idea errónea del método de la ciencia, y
especialmente, en el olvido de la distinción que debe realizarse entre una
predicción científica y una profecía histórica
Mientras
me hallaba abocado a la crítica y análisis sistemáticos de las pretensiones del
historicismo, traté de reunir algunos datos que ilustrasen su desarrollo. Las
notas seleccionadas con ese fin se convirtieron luego en la base de este libro
El
análisis sistemático del historicismo procura alcanzar cierto rigor científico
No es éste, sin embargo, el propósito de nuestra obra:
LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS; En efecto, muchas de las opiniones
que en ella se expresan son personales. Lo que sí debemos al método científico
es la conciencia de nuestras limitaciones: no ofrecemos pruebas allí donde
nada puede ser probado, ni pretendemos ser científicos donde todo lo que puede
darse es, a lo sumo, un punto de vista personal. No tratamos tampoco de
reemplazar los viejos sistemas filosóficos por otro nuevo, ni de agregar
absolutamente nada a todos esos volúmenes llenos de sabiduría, a esa metafísica
de la historia y del destino, que se estila en la actualidad. Procuramos, más bien,
demostrar que esa sabiduría profética resulta perjudicial y que la metafísica
de la historia obstaculiza la aplicación de los métodos rigurosos, aunque
lentos, de la ciencia a los problemas de la reforma social. Por último,
procuramos demostrar que podemos convertirnos en artífices de nuestro propio
destino si nos abstenemos de pretender pasar por profetas.
Al
investigar el desarrollo del historicismo hallé que el peligroso hábito del
profetizar histórico, tan difundido entre nuestros rectores intelectuales,
llena diversas funciones.
Siempre
resulta lisonjero pertenecer al círculo íntimo de los iniciados y poseer la
insólita facultad de predecir el curso de la historia. Además, existe la
tradición de que los guías intelectuales se hallan dotados de dichas
facultades, y el no poseerlas puede conducir a la pérdida del rango. Por otro
lado, el peligro de ser desenmascarados como charlatanes es muy reducido,
puesto que siempre estarán en condiciones de argüir que es posible efectuar predicciones
de menor alcance; y los límites entre éstas y los oráculos no son rígidos.
Haya
veces, sin embargo, otros motivos quizá más profundos para sostener ese punto de
vista historicista. Los profetas que anuncian el advenimiento de una época de
dicha y prosperidad pueden dar expresión con ello a un sentimiento personal de
insatisfacción profundamente arraigado, y también puede suceder que sus sueños
den esperanzas y aliento a aquellos que difícilmente podrían subsistir de otro
modo. Pero no debemos pasar por alto el hecho de que es probable que su
influencia nos impida encarar las tareas cotidianas de la vida social. Y esos
profetas menores que anuncian el probable acaecimiento de ciertos hechos como,
por ejemplo, la caída final en el totalitarismo (o quizá en el «empresarismo»),
pueden estar cooperando, sin saberlo, y ya sea que les guste o no, para que
dichos hechos tengan efectivamente lugar. Su dictamen de que la democracia no
ha de durar eternamente es tan cierto o tan poco significativo —según el caso—
como la afirmación de que la razón humana no ha de durar eternamente, dado que sólo
la democracia proporciona un marco institucional capaz de permitir las reformas
sin violencia y, por consiguiente, el uso de la razón en los asuntos políticos.
Pero, naturalmente, su pesimismo tiende a desalentar a aquellos que luchan
contra el totalitarismo, favoreciendo, en cambio, la rebelión contra la vida
civilizada. Puede hallarse otro motivo ulterior para esta posición destructiva
en el hecho de que la metafísica historicista permite aligerar a los hombres
del peso de sus responsabilidades. Si se sabe de antemano que las cosas habrán
de pasar indefectiblemente, haga uno lo que haga, ¿de qué vale luchar contra
ellas? Y así, es muy posible que se abandone, en particular, toda tentativa de
controlar aquellas cosas que la mayoría de la gente está de acuerdo en considerar
males sociales, tales como la guerra o, para mencionar otro hecho más pequeño aunque
no menos importante, la tiranía de un caudillo despótico
No
pretendo sugerir que el historicismo tenga siempre semejantes efectos Hay historicistas
—especialmente entre los marxistas— que no tienen el menor propósito de liberar
a los hombres del peso de sus responsabilidades. Por otro lado, hay algunas filosofías
sociales que pueden o no ser consideradas historicistas, pero que predican la impotencia
de la razón en la vida social y que, por su antirracionalismo, propugnan la siguiente
actitud: «hay que seguir al Líder Supremo, al Gran Hombre de Estado, o bien, hay
que convertirse en Líder»; actitud ésta que significa, para la mayoría de la
gente, el sometimiento pasivo a las fuerzas personales o anónimas que gobiernan
la sociedad
Es
interesante observar, con todo, que algunos de aquellos que denuncian la razón
y llegan a culparla, incluso, de los males sociales de nuestro tiempo, lo
hacen, por un lado, porque se dan cuenta de que el hecho de la profecía
histórica sobrepasa el poder de la razón y, por el otro, porque no pueden
concebir que la ciencia social, o la razón en la sociedad, tengan otra función
que la del profetizar histórico. En otras palabras: no son sino historicistas
desilusionados, es decir, hombres que a pesar de comprender la pobreza del historicismo,
no advierten que retienen consigo el prejuicio historicista fundamental, a saber,
la doctrina de que las ciencias sociales, para tener algún valor, han de ser
proféticas
Claro
está que esta actitud debe conducir a un rechazo de la aplicabilidad de la
ciencia y de la razón a los problemas de la vida social y, en última instancia,
a la doctrina del poder, de la dominación y del sometimiento
¿Por
qué todas estas filosofías sociales se vuelven contra la civilización?
¿Y
cuál es el secreto de su popularidad?
¿Por
qué atraen y seducen a tantos intelectuales?
Personalmente
me inclino a creer que la razón reside en su deseo de dar expansión a una insatisfacción
profundamente arraigada, frente a un mundo que no se acerca, ni siquiera lejanamente,
a nuestros ideales morales ni a nuestros sueños de perfección. La tendencia del
historicismo (y de las posiciones afines) a defender la rebelión contra la civilización
puede obedecer al hecho de que el historicismo es en sí mismo, con mucho, una
reacción contra el peso de nuestra civilización y su exigencia de
responsabilidad personal
Si
bien estas últimas alusiones resultan un tanto vagas, deberán bastar para una introducción.
Más adelante serán abonadas con datos históricos, especialmente en el capítulo
«La Sociedad abierta y sus enemigos». En cierto momento tuve la tentación de colocar
ese capítulo al principio del libro: LA SOCIEDAD
ABIERTA Y SUS ENEMIGOS; pues por el interés del tópico tratado habría resultado,
ciertamente, una introducción más atrayente para el lector. Pero finalmente llegué
a la conclusión de que no era posible experimentar todo el peso de tal
interpretación histórica si no iba precedida por el análisis de los temas
tratados en los capítulos anteriores del libro. Al parecer, es necesario
experimentar primero la conmoción de comprobar la identidad entre la teoría
platónica de la justicia y la teoría y práctica del totalitarismo
moderno para poder comprender lo urgente
que se torna la interpretación de esos
problemas
ÍNDICE:
PREFACIO
PREFACIO
A LA EDICIÓN REVISADA
RECONOCIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
PARTE I
EL INFLUJO DE PLATÓN
EL MITO DEL ORIGEN Y DEL DESTINO
CAPÍTULO
1.
EL HISTORICISMO Y EL MITO DEL DESTINO
CAPÍTULO
2
HERÁCLITO
CAPÍTULO
3.
LA TEORÍA PLATÓNICA DE LAS FORMAS O IDEAS
LA SOCIOLOGÍA DESCRIPTIVA DE PLATÓN
CAPÍTULO
4
CAMBIO Y REPOSO
CAPÍTULO
5
NATURALEZA Y CONVENCIÓN
EL PROGRAMA POLÍTICO DE PLATÓN
CAPÍTULO
6.
LA JUSTICIA TOTALITARIA
CAPÍTULO
7.
EL PRINCIPIO DE LA CONDUCCIÓN
CAPÍTULO
8
EL FILÓSOFO REY
CAPÍTULO
9
ESTITICISMO, PERFECCIONISMO, UTOPISMO
EL MARCO HISTÓRICO DEL ATAQUE PLATÓNICO
CAPÍTULO
10
LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS
PARTE II.
LA PLEAMAR DE LA PROFECÍA
EL SURGIMIENTO DE LA FILOSOFÍA ORACULAR
CAPÍTULO
11
LAS RAICES ARISTOTÉLICAS DEL HEGELIANISMO
CAPÍTULO
12
HEGEL Y EL NUEVO TRIBALISMO
EL MÉTODO DE MARX
CAPÍTULO
13
EL DETERMINISMO SOCIOLÓGICO DE MARX
CAPÍTULO
14
LA AUTONOMÍA DE LA SOCIOLOGÍA
CAPÍTULO
15
EL HISTORICISMO
CAPÍTULO
16
LAS CLASES
CAPÍTULO
17
EL SISTEMA JURÍDICO Y SOCIAL
LA PROFECÍA DE MARX
CAPÍTULO
18
EL ADVENIMIENTO DEL SOCIALISMO
CAPÍTULO
19
LA REVOLUCIÓN SOCIAL
CAPÍTULO
20
EL CAPITALISMO Y SU DESTINO
CAPÍTULO
21
VALORACIÓN DE LA PROFECÍA DE MARX
LA ÉTICA DE MARX
CAPÍTULO
22
LA TEORÍA MORAL DEL HISTORICISMO
LA COSECHA
CAPÍTULO
23
LA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO
CAPÍTULO
24
LA FILOSOFÍA ORACULAR Y LA REBELIÓN CONTRA LA RAZÓN
CONCLUSIÓN
CAPÍTULO
25
¿TIENE LA HISTORIA ALGÚN SIGNIFICADO?
NOTAS
ADDENDA
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
816
Páginas
Pasta
delgada en color plastificada
Traductor
Eduardo Loedel Rodríguez
Con
una adenda del autor
Autor
Karl R. Popper
Editor Planeta
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
=
= = = = = =